Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


viernes, 17 de abril de 2015

LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA EN EL CEREBRO ALTERADO

Los trastornos de conducta como consecuencia de una alteración en el desarrollo del cerebro o de un daño sobrevenido suponen un obstáculo importante en el proceso rehabilitador. Cuando se dan en la edad adulta, estos trastornos consisten en la aparición un grupo confuso de síntomas que cambian la personalidad del individuo. Cuando estos síntomas aparecen en la infancia, no se observa cambio de personalidad, si no que se va desarrollando una personalidad peculiar. Estos síntomas son especialmente persistentes y pueden empeorar si no se pone en marcha una intervención específica, como tratamientos psicológicos a nivel neuropsicológico y cognitivo-conductual, donde entraría la rehabilitación cognitiva, la modificación de conducta y las estrategias cognitivas. Según estudios, muchos pacientes con problemas de impulsividad mejoran con claves ambientales y refuerzos externos, reentrenamiento cognitivo, auto-instrucciones y estrategias meta-cognitivas (Mateer, 1999). Esto se hace aún más relevante si tenemos en cuenta que varias investigaciones demuestran que no hay tratamientos farmacológicos que mejoren algunos estos síntomas.
 
 
 

A mediados del siglo XIX comenzaron a aparecer los primeros trabajos que documentaban estas alteraciones de conducta y cambios de personalidad en pacientes con lesiones en el lóbulo frontal. El famoso caso de Phineas P. Gage en 1823 aportó gran información. En 1888, Mortiz Jastrowitz utilizó el término “moria” para referirse a la risa descontextualizada y al humor extraño de algunos pacientes con tumores en el lóbulo frontal. En el mismo año, Leonor Welt describió la conducta agresiva de un paciente después de un traumatismo craneoencefálico. Posteriormente, fueron apareciendo otras descripciones clínicas que añadían rasgos como la impulsividad, el infantilismo y la conducta socialmente inadecuada.

Actualmente, encontramos tres síndromes frontales, el síndrome prefrontal orbital que se caracteriza principalmente por la aparición de un estado pseudopsicopático con cambios de personalidad, desinhibicón, irritabilidad y agresividad, el síndrome prefrontal dorsolateral que se caracteriza por la pérdida de flexibilidad mental y tendencia a la perseveración, dificultad para resolver problemas, para el recuerdo temporal de acontecimientos y para realizar actividades motoras, entre otras, y el síndrome medio basal o cingular que se caracteriza por una ausencia de expresión de cualquier tipo de emoción (mutismo akinético), apatía e inexpresividad.

En general, los tres tipos de síndromes suponen una gran dificultad para responder adecuadamente a las interacciones sociales, con las limitaciones que esto conlleva a todos los niveles. Pero estas alteraciones también pueden aparecer en enfermedades neurodegenerativas cuando hay lesión o pérdida neuronal en los lóbulos frontales, como la enfermedad de Pick, y en casos de daño frontal perinatal y en la infancia temprana, que puede producir lo que se llama “discapacidad de aprendizaje social y de conducta” con aparición de conductas antisociales.
 
La recuperación de estos déficits depende de varios factores, entre ellos la etiología, la extensión y la localización del daño o alteración neuronal. Los tratamientos farmacológicos han de ser complementarios a los programas de rehabilitación, quienes ocuparán un papel protagonista. Resulta de vital importancia la intervención psicológica con los familiares y cuidadores profesionales, puesto que la familia juega un papel muy importante en la intervención con este tipo de personas (Sohlberg & Mateer, 2001).
 
María Guerrero
Psicóloga Sanitaria y Neuropsicóloga
FUNDACIÓN VIRGEN DEL PUEYO
Fuentes:
Sánchez Cubillo, I., Lertxundi, N., Quemada, J.I., Ruiz Ruiz, R., Trastornos del comportamiento en el daño cerebral adquirido. Revista Acción Psicológica, 2007; 4 (3): 101-13.
Ardila, A., Ostrosky-Solís, F. Desarrollo histórico de las funciones ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquatría y Neurociencias, 2008; 8 (1): 1-21.

 

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