Según la definición de Pilar
Pascual, la dislalia es un trastorno
de articulación de los sonidos del habla por ausencia, deformación o
sustitución improcedente en personas que no presentan trastornos del SNC, pero
sí una alteración funcional de los órganos de fonación.
Se manifiesta en distorsiones,
sustituciones, omisiones e inserciones de sonidos y pueden afectar tanto a
vocales como a consonantes aunque es más frecuente encontrarla en consonantes,
también puede afectar a la asociación de consonantes, esto significa que
podemos encontrarnos un niño que articule perfectamente dos sonidos por
separado pero no lo haga correctamente si se los encuentra juntos, por ejemplo
en grupos consonánticos (pr, br, cr, bl, pl…) y puede darse en un fonema o en
varios a la vez, en este caso el habla resultaría ininteligible.
La adquisición de los sonidos no
es repentina sino gradual, se observa un período en el que la articulación está
muy distorsionada y posteriormente se completa.
Antes de los 4 años podemos encontrar lo que llamamos dislalias
evolutivas, forma parte del proceso normal de desarrollo fonético y no
necesitan intervención ya que el pronóstico es bueno. Sí será importante que su
entorno “trabaje” con el niño mediante buenos modelos fonéticos- fonológicos ya
que la imitación forma parte de su desarrollo y favorece su correcta adquisición.
La baja estimulación potencia la frecuencia de aparición de los errores y el
mantenimiento de los mismos.
Según Laura Bosch el desarrollo
fonético se daría por concluido a la edad
de 4 años pero el cierre completo se dará hacia los 6-7 años (cuando adquiere los últimos fonemas /s/, /r/ y algunos
grupos consonánticos). No obstante esto no
es una norma, encontramos niños menores de 6 años que ya han adquirido
estos fonemas.
Después de todo esto la pregunta
que nos puede surgir es, “¿Cuándo y cómo intervenir?”.
La intervención debe ser
individualizada y dependerá de los fonemas afectados y de los procesos de
simplificación que el niño realiza, deberemos partir de los que afectan en
mayor medida a la inteligibilidad de su habla hasta llegar a los que menos
problema suponen.
Podemos plantear programas
preventivos en niños menores de 6 años pero, si las dificultades no son
demasiado llamativas, la mejor prevención es en muchas ocasiones el modelo
ambiental. Cuando se mantienen pasados
los 6 años de edad, y/o perduran en el tiempo, el trabajo entonces sería
propiamente de intervención.
FUENTES:
“La
Dislalia”, Editorial CEPE. Pilar Pascual
“El desarrollo fonológico infantil: una
prueba para su evaluación”, art. Laura Bosch
INÉS OLIVARES
LOGOPEDA
0 comentarios :
Publicar un comentario