Los baños de contraste consisten
en alternar agua fría con agua caliente, por todo el cuerpo o por extremidades.
Provocan respuestas sucesivas de
vasoconstricción y vasodilatación, cuyo resultado es la estimulación de la circulación local en la zona tratada. Algunos
profesionales consideran esta técnica como un entrenamiento de los vasos
sanguíneos.
La terapia con baños de contraste
tiene efectos antiiflamatorios y analgésicos, produciendo una recuperación más
eficaz de las zonas dañadas, ya que al mejorar la circulación, se producen un
mejor flujo de todos los nutrientes y fibras necesarias para que la zona se
regenere más rápidamente, provocando también una evacuación de los desechos causados
por la lesión y la reparación de los tejidos.
De nuevo, esta terapia debe ser
indicada por un especialista, y el paciente debe conservar la elasticidad
suficiente de los vasos periféricos de forma que puedan contraerse y dilatarse,
debido a las respuestas de vasoconstricción y vasodilatación que produce el
contraste de temperaturas.
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