Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


lunes, 30 de junio de 2014

LA VIOLENCIA INVISIBLE

ANSIEDAD EN LA PAREJA, RELACIONES PATOLÓGICAS Y MALTRATO PSICOLÓGICO
 
El ser humano es complejo y sus relaciones lo son aún más. Hay muchas formas de amor y no siempre es “amor sano”. A menudo, los sentimientos se mezclan y se unen miedos e inseguridades, entre otras cosas. Es difícil de entender que una persona que te dice que te quiere esté a la vez haciéndote daño de forma repetida, pero sucede, unas veces de forma inconsciente y otras de forma plenamente consciente.
 
En las situaciones de maltrato físico los golpes y las heridas acreditan dicho maltrato, pero el maltrato psicológico es más difícil de detectar. Aunque es habitual que el maltrato psicológico sea el antecedente del físico, por la intensidad creciente de las agresiones, pudiendo tardar varios años en aparecer.
 
Podemos identificar una relación patológica cuando esa relación conlleva rabia, tristeza o miedo. La ansiedad siempre está presente y se va acentuando progresivamente. Ante estas emociones, que aparecen porque algo ha pasado, se puede pensar que es una exageración, que no es para tanto y todo ha sido malinterpretado. La diferencia entre una relación sana y una relación patológica es que en la primera, los malentendidos se aclaran, los errores se subsanan y no suelen volver a repetirse porque existe un arrepentimiento real. Sin embargo, en una relación patológica, el intento de aclarar y solucionar la situación acaba por incrementar la idea de “no es para tanto, he exagerado la situación”, pero siempre queda una profunda sensación de tristeza e inseguridad, y los errores se repiten una y otra vez.
 
Las emociones nos guían por la función adaptativa que desempeñan, nos avisan cuando una relación no va bien y nos ayudan a buscar soluciones. También se ven influidas por las diferencias individuales en la interpretación de las situaciones.
 
Conforme se va formando el vínculo en la relación patológica, empiezan a aparecer los primeros signos. A veces, desde el inicio de la relación, aparece un comportamiento pendular, con alejamientos y acercamientos alternativos por parte del maltratador. Aparecen comentarios y otro tipo de conductas que provocan malestar y van aumentando de forma gradual. Aparece también la “insistencia abusiva” y muchas veces la víctima acaba cediendo a peticiones y argumentos por evitar problemas e intentar mantener una relación normal, sin conflictos. Esto contrasta con la admiración que siente ante cualidades del maltratador que considera positivas, a las que se da gran peso -para intentar equilibrar la balanza, de forma involuntaria. Pronto aparece en la víctima una pérdida de espontaneidad y de energía, sentimientos de culpa, gran desconcierto y desasosiego. Si está situación se mantiene, pueden aparecer síntomas psicosomáticos y se enferma más frecuentemente. Se va formando un estado de indefensión, desgaste psicológico y deterioro de la personalidad en general. Desde fuera se observa que la víctima cambia.
 
Ante este tipo de sutil maltrato, familiares o amigos pueden responder con incredulidad ante “quejas” de la víctima, porque no lo perciben y restan importancia a lo que alguna vez han podido observar. Y es muy frecuente que esa víctima no cumpla el perfil de persona débil, insegura y dependiente. Esto aumenta la incertidumbre. Otras muchas veces es posible que no hable con nadie de lo que ocurre, por la falta de conciencia o por la dificultad que encuentra a la hora de describirlo. En otras muchas ocasiones, los familiares o amigos perciben la situación e intentan hablarlo, pero la víctima se cierra. Hay que pensar que resulta muy difícil creer que la misma persona que quieres y que se supone que te quiere, te está haciendo daño. Esa idea queda descartada por ser imposible e inadmisible.
 
Cuanto más tiempo pasa una persona en una relación de estas características, más difícil resulta salir de ella, a pesar del malestar. Los motivos de continuar en una relación patológica pueden ser muy diversos, entre ellos encontramos la falta de conciencia del problema, pensamientos y sentimientos confusos, miedo a la soledad, situación de dependencia, falta de apoyo o necesidad de ayudar a la pareja a resolver sus problemas, entre otras.
 
Las personas más vulnerables a este tipo de maltrato son aquellas que tienden a culparse a sí mismas, son perfeccionistas y están preocupadas por hacer lo correcto, se sienten responsables en exceso por lo que ocurre a su alrededor, buscan orden y seguridad. Son felices siendo útiles a su pareja, y tienden a dar mucho más de lo que reciben, a nivel emocional y material, aunque el maltratador tiende a tergiversar la realidad y hace creer que ha sido él quién le ha dado todo a su pareja, cuando objetivamente es al revés. En muchas ocasiones, la víctima es una persona con buena autoestima, buen status social y laboral, en contra del habitual estereotipo de víctima. Y a pesar de todo esto, si resulta ser una persona fácilmente manipulable y con principios éticos poco firmes, la víctima puede dejarse arrastrar por su pareja y, entonces, llevará a cabo conductas inmorales o injustas para otras personas.
 
Las causas de este comportamiento desajustado por parte del maltratador, pueden ser varias, sentimientos de inseguridad, baja autoestima o una personalidad patológica, entre otras. A menudo, este tipo de maltrato suele ir acompañado de otros problemas, como dificultades en las relaciones sociales o dificultades en el cumplimiento de normas (impagos, multas de tráfico, ausencias laborales, etc.), tendencia a la infidelidad y a la mentira en general, con conductas oposicionistas y siempre intentando darle la vuelta a las cosas. Aparece el gaslighting o “luz de gas”, que consiste en hacer que la víctima pierda incluso la cordura a través de las frecuentes mentiras y negación de la realidad.  Esto puede llevar a la víctima a conductas de búsqueda de evidencias de dichas mentiras, lo que suele aumentar los sentimientos de culpa.
 
A veces se da en el maltratador una excesiva ingesta de alcohol u otras sustancias, lo que ayuda a evidenciar el maltrato, porque lo intensifica. Es entonces cuando aparecen los celos patológicos -a pesar de jactarse, en estado sobrio, de no ser nada celoso-, los puñetazos a las puertas y las amenazas. Una vez pasado el episodio de ingesta, parece que el problema desaparece, pero no es así, dado que no es la causa del mismo. Esto es importante destacarlo, porque la víctima tiende a pensar que si su pareja no bebe o no consume otras sustancias, entonces todo está bien. A menudo, el maltratador utiliza esta situación como conducta de bloqueo social, y la víctima deja de reunirse con los amigos –momento propicio para la ingesta de alcohol u otras sustancias-, para evitar esos episodios.
 
Los maltratadores pueden emplear diferentes tácticas de retención de su pareja para sus propios beneficios, por ejemplo, comprar una casa en común, compartir un negocio e incluso tener un hijo. La retienen hasta que la exprimen al máximo o se aburren de la misma. Si esto no lo consiguen, y su pareja les deja antes, su rabia es tal, que llegan a experimentar la necesidad de venganza, momento en el que la víctima debe tener cuidado y saber protegerse. Este sentimiento de rabia o ira lo ocultan a los demás, y es muy probable que el maltratador hable maravillosamente de su ex-pareja y contará “lo mal que lo ha pasado”, algo que también utiliza para procurar celos a la siguiente pareja. Suelen enganchar una con otra, muchas veces solapándose, siendo así coherentes con esa tendencia a la infidelidad. A veces, mantienen relaciones duraderas, pero siempre buscarán activamente oportunidades sexuales a corto plazo, independientemente de su estado civil.
 
Describir las situaciones de maltrato supondría un análisis más profundo sobre los tipos de personas maltratadoras y los tipos de víctimas, el ciclo de la violencia y otras teorías interesantes. En general, el punto común es el maltrato como medio para controlar a la pareja y no como un fin en sí mismo.
 
Las relaciones patológicas son mucho más comunes de lo que pensamos. La clave se encuentra en detectar el problema lo antes posible y actuar. El proceso de instauración del maltrato suele ser lento y progresivo, muchas veces la víctima se ve envuelta en esta situación sin haber sido consciente y cuando lo es, la dependencia emocional es muy fuerte, lo que supone un gran obstáculo a la hora de tomar la decisión adecuada. Es importante no dejar nunca de hacer las cosas que gustan por evitar enfados o conflictos.  Una vez zanjado el problema, hay que vivir la experiencia como un aprendizaje y no victimizarse. Y así, la próxima relación será completamente diferente.
 
Por el momento, lo dejamos aquí destacando la importancia del “cómo” percibir las situaciones y la capacidad del ser humano de sacar lo bueno de lo malo y de ser feliz.
 
“A veces se gana y a veces se aprende”
 
Robert Kiyasaki

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