Las emociones positivas y las negativas son diferentes pero
ambas igual de imprescindibles. Toda emoción tiene una función adaptativa y
favorece la interacción con el entorno, por eso son necesarias para responder
de forma óptima a las necesidades de la vida. Las emociones positivas
complementan a las negativas, siendo igual de importantes en la evolución del
ser humano.
Las emociones positivas producen múltiples beneficios
(bioquímicos, sociales, de salud, etc.), y la
evidencia demuestra que aún en las situaciones más míseras, el ser humano puede
ser feliz. En condiciones adversas, las emociones positivas ayudan a paliar
los efectos negativos de esas circunstancias y también ayudan a madurar a la
persona.
Pero se plantea una cuestión, ¿las emociones positivas
intensas, mejoran nuestra atención y rendimiento o, más bien, sesgan y
obnubilan nuestra mente?
“Los hombres olvidan siempre que la
felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las
circunstancias”
John Locke (1632-1704)
Fuente: E.G. Fernández-Abascal (2009). Emociones positivas. Madrid:
Pirámide
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