Diferentes investigaciones han
demostrado que la actividad física provoca cambios importantes en el cerebro a
nivel químico y neuronal.
La plasticidad neuronal es la
capacidad del cerebro para modificar su estructura y funcionamiento a través de
la interacción con el entorno. Por eso, por ejemplo, una persona bilingüe tiene áreas concretas
del cerebro más desarrolladas que otra que no lo es. Esta plasticidad es la que nos permite moldear nuestro cerebro según
nuestras experiencias.
Está demostrado que el ejercicio
físico influye directamente en el hipocampo, área del cerebro imprescindible
para el aprendizaje, e incrementa los niveles de la proteína BDNF (factor neurotrófico
derivado del cerebro) involucrada en las conexiones neuronales y la proliferación
de neuronas.
Diversos estudios concluyen que sólo unos minutos de ejercicio mejoran el
aprendizaje inmediatamente posterior, pues se generan neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la
dopamina que benefician el estado de alerta, la atención o la motivación
(Ratey y Hagerman, 2008), y cambian los patrones de activación de la corteza
prefrontal y corteza cingulada anterior, produciéndose una mejora en la capacidad de autocontrol en procesos cognitivos y
emocionales.
Todos estos argumentos nos
confirman que el ejercicio físico es una
herramienta INDISPENSABLE para mejorar las capacidades cognitivas y favorecer
los aprendizajes de niños y adultos.
Por lo tanto, queda demostrado
empíricamente aquello que ya los clásicos anunciaron: “Mens sana in corpore sano”
María Guerrero
Psicóloga Sanitaria y Neuropsicóloga
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