Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


viernes, 24 de octubre de 2014

Cuando la comunicación parece imposible

LA ESTIMULACIÓN BASAL:
UNA FORMA DE COMUNICACIÓN
 
Las personas con discapacidad profunda, hasta los años setenta del pasado siglo, eran excluidos de los cauces habituales de la educación y del aprendizaje por carecer de las capacidades necesarias para llevarlos a cabo. Sin embargo en esta época, el profesor de Educación Especial Andreas Fröhlich vió la necesidad de dar una respuesta a este tipo de niños, no sólo pedagógica, sino abarcando al individuo de una manera holística. La clave de esta visión: la comunicación, en forma de estimulación basal, entendida como eje vertebrador del resto de esferas del “yo” (perceptiva, cognitiva, locomotora, corporal, afectiva y social).
 
 
Las áreas perceptivas desde las que parte la estimulación basal son: la sensibilidad somática, la sensibilidad vibratoria y el sentido vestibular. A partir de estas tres áreas denominadas  por tanto “básicas”, se ofertan actividades significativas y estructuradas que van a permitir tomar conciencia del propio cuerpo de una manera global e integrada, así como entrar en relación con el entorno más próximo.
De esta manera, Fröhlich define la estimulación basal como “una forma de potenciación de la comunicación, la interacción y el desarrollo orientada en todas sus áreas a las necesidades básicas del ser humano”. Desde este punto de vista, como afirmaría después Fornefeld, “cada ser humano posee capacidades, puesto que si no, no existiría”; por tanto, el educador que utilice esta herramienta debe centrarse en las capacidades, y no en los déficits, sin exigir condiciones previas.
La estimulación basal requiere que el educador desarrolle un código determinado con la persona con discapacidad. Este código se caracteriza por la individualidad ya que cada persona  es diferente a la anterior, y es necesario por tanto establecer las bases del proceso comunicativo desde sus mismos cimientos. Consecuentemente, los canales de comunicación no van a ser los mismos que en el proceso educativo convencional, sino que se empleará por ejemplo el lenguaje gestual, la mirada o el contacto.
El educador en primer lugar debe observar detenidamente a la persona, para poder así identificar sus signos comunicativos y significar cada uno de ellos. Por ello, es necesario acostumbrarse a esperar la respuesta, durante el denominado “tiempo de latencia”. El proceso comunicativo en estimulación basal lleva un ritmo propio, adecuado a cada persona, y que viene marcado por el diálogo somático.
En conclusión, la estimulación basal posiciona al individuo con discapacidad como actor de su propio desarrollo. El acto comunicativo que se establece contribuye al proceso de individuación: permite a la persona aprender que es única, con deseos propios, y capaz de manifestarlos, reafirmando de esta manera su posición en el grupo social y su capacidad de compartir sus experiencias.
 
Concha Gorgas
MAGISTERIO DE EDUCACIÓN ESPECIAL
Dpto. de Estimulación
Fundación Virgen del Pueyo

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