MODELO DE OCUPACIÓN HUMANA (Kielhofner)
Los terapeutas ocupacionales debemos
basar nuestra intervención en marcos de referencia teóricos o en modelos
propios de la Terapia ocupacional. Entre ellos, el modelo de ocupación humana se perfila como uno de los que más
identidad profesional nos aporta y permite guiar nuestro trabajo cotidiano.
El modelo de ocupación humana
parte de un marco conceptual que trata de identificar los aspectos
interrelacionados, de los cuales emerge
y a partir de los que se mantiene la ocupación humana. Este modelo considera a
los seres humanos como sistemas abiertos y dinámicos, que analizan los estímulos
procedentes del entorno (físicos, sociales y culturales) y elaboran la
información recibida para, a partir de ello, organizar su conducta ocupacional.
Este modelo define tres subsistemas internos de la persona:
Volición: compuesto por los elementos estructurales de la
motivación, es aquel que gobierna todas las operaciones del sistema y es el
responsable de escoger e iniciar el comportamiento. La volición implica un
proceso continuo de elección consciente, dependiente de procesos cognitivos. Se
construye a partir de varias dimensiones que la definen con más precisión:
o Causalidad personal: Hace referencia a la auto-percepción de nuestras propias
capacidades, según la experiencia personal
o Valores: Son ideas que los individuos mantienen
acerca de lo que es deseable, apropiado, bueno o malo, en su entorno cultural
propio. Estas creencias, relevantes para el individuo, dirigen su conducta
hacia metas
o Intereses: Disposiciones para encontrar placer y
satisfacción en las ocupaciones
Habituación: Organiza el comportamiento ocupacional dentro de
patrones o rutinas. Las elecciones conscientes, hechas en base a valores, intereses y
causalidad personal, formalizan una serie de hábitos y roles, que son los
componentes de este nivel. Estas rutinas,
tratan de satisfacer tanto las demandas del sujeto, como las demandas del
ambiente. Por lo tanto, una de las claves de bienestar consistirá en el equilibrio
entre ambas.
Ejecución: Este nivel hace referencia al repertorio de habilidades
que el sujeto posee (perceptivo-motoras, de procesamiento y de comunicación).
La volición, la habituación y la
capacidad de desempeño corresponden a partes integradas de cada persona. Éstas
contribuyen, con funciones diferentes pero complementarias, a lo que hacemos y cómo
lo experimentamos. Este modelo nos brinda las herramientas necesarias para
poder comprender el comportamiento ocupacional de cada individuo.
En conclusión, plantear un tratamiento
sin tener en cuenta esta serie de factores puede desencadenar en un tratamiento
ineficaz, ya que podemos condenar al usuario a una falta de motivación en su
propio proceso rehabilitador. Este proceso hará mucho más complicado el
afianzamiento de hábitos. Una mala calibración de las capacidades del usuario
puede desencadenar altos niveles de frustración, al plantearle tareas en las
que siempre acabara fracasando.
Por tanto, a la hora de iniciar un tratamiento
de Terapia Ocupacional, esta perspectiva de trabajo nos dará claves
imprescindibles para saber orientar el mismo. Si logramos comprender qué motiva a nuestro usuario, seremos capaces de crear
hábitos favorables en base a esas motivaciones y definiremos mejor cuáles son
sus capacidades para el desempeño ocupacional. Todos estos elementos, envuelto
en un ambiente idóneo, nos procurarán un tratamiento mucho más eficaz, en el
que nuestro usuario se sentirá mucho más
integrado.
Fuentes:
Kielhofner.G, Modelo de ocupación humana, Edit: panamericana.
Willard y Spackman, Terapia Ocupacional, Edit: Panamericana
Portal : Terapia ocupacional.com
Elisa Merchán
TERAPEUTA OCUPACIONAL
Fundación Virgen del Pueyo
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