SERVICIO DE CALIDAD

Ofrecemos atención personalizada, desde un abordaje integral y multidisciplinar, dirigida al paciente y a sus familiares. Realizamos presupuestos a medida.

DIFERENTES PERSONAS, DIFERENTES EDADES

Nuestras instalaciones y nuestro equipo de profesionales hacen posible la atención a personas de todas las edades, con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, y sus diversos síntomas o consecuencias (físicas, psicológicas, sociales, etc.)

ALQUILER DE INSTALACIONES

Nuestras instalaciones son novedosas en Aragón, debido a la singularidad de nuestra piscina terapéutica. Por ello, las ponemos a disposición de otras asociaciones y fundaciones, para que todos podamos aprovecharnos de los beneficios de esta Unidad Acuática y de Rehabilitación.

FORMACIÓN

El equipo multidisciplinar, el equipamiento y los materiales que tenemos en la Unidad nos permiten realizar cursos de formación destinados al avance y la mejora de los tratamientos de rehabilitación.

EQUIPO

El equipo de personas que consigue que esta Unidad salga adelante está formado por profesionales con gran entusiasmo, amplia experiencia y formación, y una calidad humana privilegiada.

Los profesionales de Trauma Aragón http://www.traumaaragon.com/, del Instituto Avanzado de Psicología Integral (IAPI) www.iapi.es y de Los Pueyos http://fundacionvirgendelpueyo.blogspot.com.es/ se unen para formar un equipo multidisciplinar destinado a la prevención, el desarrollo, la intervención y rehabilitación integral de personas con diferentes trastornos, enfermedades o lesiones, así como a la atención de sus familiares y cuidadores.


martes, 12 de julio de 2016

INCLUSIÓN: "¿QUÉ INCLUIMOS?"

Hoy se habla mucho de cómo las emociones afectan a todo lo que nos rodea y sobre todo a nosotros mismos.
 
¿Para quién está pensada la integración, “inclusión” como se llama ahora? Que te introduzcan en un sitio donde no vas a alcanzar los objetivos académicos, donde no es fácil hacer amigos, donde te señalan como diferente porque no entiendes… ¿a quién favorece? A los chavales “normales” puede ser, se acostumbran a las diferencias, a verlos cerca, a convivir con ellos pero… ¿alguien ha pensado en el que sufre la discapacidad? La idea de “no sirvo”, “no se hacerlo” crece con ellos desde muy pequeños, dañamos su autoestima, no les dejamos sentirse útiles, importantes, no les dejamos verse integrados en un grupo porque marcamos sin cesar sus diferencias. ¡Se lo hemos quitado todo! A los padres les puede resultar más fácil llevarlo a un colegio “normal” ¿pero alguien les ha explicado alguna vez las consecuencias?
 
Incluir no es meter a todos en el mismo cajón. Desde el momento en que nacemos pienso que estamos todos incluidos en la misma sociedad, tal vez estoy equivocada. Aceptar las diferencias es algo que debería ser innato al ser humano, hacer grupos homogéneos también y… ¿eso se consigue metiéndolos en aulas donde todo les viene grande?
 
Sólo pretendo transmitir el pesar de estos chavales cuando ya no sirven para la integración, como por ejemplo la llegada al instituto. Se hacen mayores y entonces… “a educación especial porque eres diferente”. ¿Alguien les ha preguntado a ellos cómo se sienten? ¿No es más sencillo crecer entre iguales? ¿Qué les hemos dado con la integración? Una gran frustración… Luego nos extrañamos de que se rebelen, de que surjan problemas de conducta…
 
Si desde siempre nos han hecho sentirnos diferentes y nos han dañado todo lo que al ser humano le hace sentir feliz -ser capaz de, tener amigos, verse tan inteligente como todos, pertenecer a un grupo en el que sentirme útil, admirado, querido, igual…- ¿qué hubiésemos desarrollado ustedes y yo…? Agresividad y tristeza a manos llenas.
 
Es nuestra obligación como seres humanos meternos en la piel de estos chicos y chicas y tratar de entender sus sentimientos. Ellos son como nosotros sólo que más vulnerables, nos necesitan mucho más, pero no para sacarles del aula y formar un “grupo a parte”. Ellos nos necesitan para crecer, para ayudarles a sacar lo mejor de sí mismos, para aprender muchas cosas que les hagan lo más autónomos posible. Es preciso darles armas para enfrentarse a una sociedad que no se lo va a poner fácil y esto no se consigue con comparaciones, esto no se consigue dañando su autoestima, destrozando su ego porque no soy capaz de alcanzar los objetivos de un aula en la que yo no tengo nada que hacer pero…, me obligan”.
 
Sí señores, esto es un grito a favor de estos chavales, llevo toda mi vida dedicada a ellos, compartiendo con ellos, son personas que piensan, sienten, personas que son capaces de muchas cosas, que aportan muchos valores que tal vez nosotros deberíamos imitar y sin embargo ¿qué hacemos?
 
Pónganse en su lugar, solo así conseguiremos conocerlos y quizás podremos orientarlos mejor, es nuestra responsabilidad hacer un mundo en el que quepamos todos, en el que las diferencias sean sólo diferencias y no limitaciones, un mundo en el que se cuide la discapacidad y se vele y se luche por sus intereses que son sus derechos, ni más ni menos.
 
 
Anónimo

miércoles, 27 de abril de 2016

AFRONTAMIENTO ANTE SITUACIONES DÍFICILES


Intervención con padres y niños


viernes, 18 de marzo de 2016

EL AGUA COMO ELEMENTO TERAPÉUTICO

Nuestra piscina terapéutica mantiene el agua entre los 34º-36º, está especialmente indicada para problemas de espasticidad o tensión muscular. Es perfecta para trabajar con niños que tienen dificultades de movilidad.
 
 

VÉRTIGO Y EQUILIBRIO

Nosotros conocemos los Trastornos del Equilibrio y cómo afectan los vértigos.
Por eso, sabemos cómo ayudarte.
 

 

Rehabilitación en el agua

Ven en grupo a la piscina


jueves, 10 de marzo de 2016

DISLALIAS FUNCIONALES

Según la definición de Pilar Pascual, la dislalia es un trastorno de articulación de los sonidos del habla por ausencia, deformación o sustitución improcedente en personas que no presentan trastornos del SNC, pero sí una alteración funcional de los órganos de fonación.
 
Se manifiesta en distorsiones, sustituciones, omisiones e inserciones de sonidos y pueden afectar tanto a vocales como a consonantes aunque es más frecuente encontrarla en consonantes, también puede afectar a la asociación de consonantes, esto significa que podemos encontrarnos un niño que articule perfectamente dos sonidos por separado pero no lo haga correctamente si se los encuentra juntos, por ejemplo en grupos consonánticos (pr, br, cr, bl, pl…) y puede darse en un fonema o en varios a la vez, en este caso el habla resultaría ininteligible.
 
La adquisición de los sonidos no es repentina sino gradual, se observa un período en el que la articulación está muy distorsionada y posteriormente se completa.
 
 
Antes de los 4 años podemos encontrar lo que llamamos dislalias evolutivas, forma parte del proceso normal de desarrollo fonético y no necesitan intervención ya que el pronóstico es bueno. Sí será importante que su entorno “trabaje” con el niño mediante buenos modelos fonéticos- fonológicos ya que la imitación forma parte de su desarrollo y favorece su correcta adquisición. La baja estimulación potencia la frecuencia de aparición de los errores y el mantenimiento de los mismos.
 
Según Laura Bosch el desarrollo fonético se daría por concluido a la edad de 4 años pero el cierre completo se dará hacia los 6-7 años (cuando adquiere los últimos fonemas /s/, /r/ y algunos grupos consonánticos). No obstante esto no es una norma, encontramos niños menores de 6 años que ya han adquirido estos fonemas.
 
Después de todo esto la pregunta que nos puede surgir es, “¿Cuándo y cómo intervenir?”.
 
La intervención debe ser individualizada y dependerá de los fonemas afectados y de los procesos de simplificación que el niño realiza, deberemos partir de los que afectan en mayor medida a la inteligibilidad de su habla hasta llegar a los que menos problema suponen.
 
Podemos plantear programas preventivos en niños menores de 6 años pero, si las dificultades no son demasiado llamativas, la mejor prevención es en muchas ocasiones el modelo ambiental. Cuando  se mantienen pasados los 6 años de edad, y/o perduran en el tiempo, el trabajo entonces sería propiamente de intervención.

FUENTES:

 “La Dislalia”, Editorial CEPE. Pilar Pascual
“El desarrollo fonológico infantil: una prueba para su evaluación”, art. Laura Bosch

INÉS OLIVARES
LOGOPEDA

lunes, 7 de marzo de 2016

PISCINA TERAPÉUTICA



Recordad que la piscina de la UNAR es terapéutica, y no climatizada. La característica principal que las diferencia es la temperatura del agua, siendo mayor en la terapéutica, además de otras características como los accesos a la piscina.

Una temperatura del agua superior a los 33º permite, en sí misma, la relajación de los músculos y proporciona una sensación “sedante”, favoreciendo el desarrollo de ejercicios pasivos. Al sumergirse en el agua caliente, la sangre se calienta y ésta alcanza la musculatura, elevando también su temperatura, de esta forma ésta se contrae más fácilmente y con una mayor potencia. Además, encontramos la ventaja de que el calor es mantenido a la misma temperatura durante todo el período de tiempo que dure el ejercicio. También esto ayuda a que los músculos se fatiguen más lentamente.
El agua caliente es especialmente útil en el tratamiento de ciertas patologías y lesiones. También sirve para relajar la musculatura y ayuda a disminuir la activación fisiológica, relacionada de forma directa con los problemas de ansiedad.
 

miércoles, 24 de febrero de 2016

SERVICIO ACCESIBLE PARA TODAS LAS FAMILIAS


NUEVOS TIEMPOS, NUEVOS PRECIOS


LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS (2º PARTE)

El ser humano posee la capacidad de adaptarse con facilidad al entorno que le rodea, concretamente a las situaciones o experiencias más próximas. Por esta razón los hijos pueden parecerse en muchos aspectos de su personalidad y comportamiento a uno de sus progenitores sin que ello se deba a factores innatos o hereditarios.
 
Generalmente, los niños suelen aprender aquello que ven y oyen más que lo que se les ordena directamente. Este tipo de aprendizaje se denomina aprendizaje por imitación, tienden a imitar todo aquello que ven en su entorno más cercano, normalmente en sus padres.
 
Cuando nos encontramos con conductas que resultan problemáticas o inadecuadas y queremos eliminarlas o convertirlas en adecuadas, necesitamos seguir una serie de pasos previos. Para conseguir un cambio exitoso en el comportamiento problemático de nuestros hijos es necesario, en primer lugar, describir la conducta que se pretende modificar de forma correcta.
 
Tendemos a describir las conductas de forma general y abstracta ("nos da mucha guerra") o a etiquetar a las personas cuando realizan una conducta que no nos gusta, en lugar de descalificar únicamente dicha conducta ("es desobediente", "es muy caprichoso", "es muy malo"). Estas afirmaciones o expresiones tan cotidianas y usuales son falsas y equivocadas porque no se centran en la conducta concreta que es nuestro objetivo a modificar. Para seguir un adecuado programa de cambio es necesario definir la conducta -objetivo- con claridad, en lugar de decir:
 
§  "Es desobediente"                              
§  "Es caprichoso"
§  "Es muy malo, se porta fatal"
 
Diremos lo siguiente:
 
§  Cuando le decimos que recoja los juguetes del salón, se niega y sigue jugando
§  Cuando va con su madre de paseo pide siempre que se le compren golosinas y, cuando no se le dan, patalea y llora sin parar
§  Cuando viene su primo a casa le pega y le grita cada vez que coge alguno de sus juguetes
 
Muchas personas piensan además que el comportamiento del niño es heredado, "es igual que su padre", "ha salido con el mismo genio que su madre", "es muy movida, se parece a mí". Estas afirmaciones o creencias son inadecuadas. No influye tanto la herencia como el ambiente. El ambiente más cercano como la familia y la escuela, son los verdaderos factores determinantes del proceso de aprendizaje del niño. Este ambiente nos permite variaciones, cambios que podemos producir para la adquisición de conductas no aprendidas todavía y para desaprender otras que son inadecuadas y desadaptativas.
 
 
Para llevar a cabo la modificación de una conducta, lo primero que debemos hacer es llevar a cabo la observación sistemática de dicha conducta. Tendremos que describirla de forma clara y concreta, en función de la intensidad con que se produce (cuánto llora, cuánto duerme…), de la frecuencia (cuántas veces se produce a lo largo de un día, una semana, un mes…) y la duración (cuánto tiempo dura la conducta, 5 min., 20 min., 1 hora…).
 
ANTECEDENTES Y CONSECUENCIAS DE LAS CONDUCTAS
 
A continuación observaremos el antes (antecedentes) y el después (consecuentes) de la conducta, es decir, nos centraremos en las situaciones ambientales que han creado la conducta y las que ha producido ésta. Sabemos que cualquier conducta es una respuesta a algo, es decir, si tenemos hambre, que sería el antecedente, nuestra conducta-respuesta será comer. Igualmente, cada vez que se da una conducta se producen unas consecuencias, así cuando comemos dejamos de tener hambre. Tanto los antecedentes como las consecuencias están incidiendo directamente sobre la conducta emitida.
 
Para identificar los antecedentes, deberemos hacernos preguntas como: en qué lugares, en qué momentos, con qué personas, en qué situaciones concretas. Las respuestas que demos a estas preguntas pueden ser probables antecedentes del comportamiento de nuestro hijo.
 
En cuanto a las consecuencias, éstas pueden ser muy diversas, generalmente se trata de la propia respuesta de los padres ante la conducta de su hijo. Pueden ir desde unas palabras de elogio, de aprobación o premios, hasta un castigo. Nos referimos a las recompensas o reforzadores positivos que aumentan la probabilidad de ocurrencia de un comportamiento, y al castigo como técnica para intentar extinguir una conducta. En cualquiera de los casos, estas conductas-respuestas de los padres se pueden convertir en reforzadores de la conducta no deseada. 
 
Entre nuestra propia conducta, cómo actuamos, y la conducta de los demás, es decir, su reacción ante lo que hacemos, se establecen varios puntos de interés que debemos tener en cuenta en la educación de nuestros hijos:
 
§  Toda conducta que va seguida de una recompensa tiende a repetirse
§  Cuando una conducta no obtiene ninguna recompensa, ésta desaparece porque no es aprendida
§  Muchas conductas las aprendemos por observación, imitando lo que vemos en otras personas de nuestro entorno
§  En algunas ocasiones, cuando una conducta va seguida de consecuencias desagradables tiende a desaparecer
 
La importancia de los adultos en la adquisición de las habilidades sociales de los menores, es fundamental. Por este motivo hemos señalado varios objetivos a alcanzar para conseguir un óptimo aprendizaje:
 
1.- Ofrecer un modelo adecuado. El adulto debe ser consecuente con su comportamiento, debe ser habilidoso, en definitiva, debe mostrar a su hijo todo aquello que quiere que aprenda. Recordemos que el aprendizaje por imitación convierte a los padres en auténticos modelos a seguir por sus hijos.
 
2.- Valorar los aspectos positivos. Es necesario alabar y elogiar a un niño cuando realiza una conducta adecuada, para reforzarla y así quede aprendida. La recriminación es negativa y fomenta en el niño un alto grado de inseguridad. Valorar los aspectos positivos de su comportamiento nos ayudará igualmente a conseguir nuestros objetivos y además desarrollar en el niño su autoestima y su autonomía.
 
3.- Facilitar el pensamiento divergente es otro modo muy útil para fomentar la individualidad y autonomía de nuestros hijos. Se trata de darles a elegir entre diversas soluciones a sus problemas cotidianos para que decidan ellos mismos. Así aprenderán a solucionar sus propios problemas. Si nuestro hijo llega a casa y nos cuenta que le han quitado su juguete en el colegio, podemos hablar con él y preguntarle qué cree él que debería hacer la próxima vez, qué solución es la que más le gusta o interesa y por qué, cuál podría dar mejor resultado… Este diálogo es mucho más aconsejable que una reprimenda por haber perdido el juguete.
 
4.- Por último, los padres deben fomentar los ambientes en que sus hijos tienen que relacionarse con otras personas, bien con adultos o bien con otros niños. Es importante que los niños aprendan a relacionarse y vayan desarrollando sus habilidades de comunicación en distintas situaciones sociales.


Parece que la forma más adecuada de conseguir que una conducta adecuada y deseada se mantenga y se aprenda es mediante lo que nosotros llamamos Refuerzo Positivo. El procedimiento consiste en recompensar, bien sea con premios o bien con halagos, el comportamiento que queremos aumentar en nuestros hijos.
 
Si deseamos ayudar a nuestros hijos a desaprender conductas indeseadas y a adquirir en su lugar conductas más adecuadas, deberemos cambiar nuestra forma de recompensar o no sus acciones.
 
Un reforzador positivo es un evento que presentado inmediatamente después de la conducta que pretendemos fomentar aumenta la probabilidad de que ésta se repita y sea aprendida por el niño. Así, cuando una madre le pide a su hija que baje a comprar el pan y a cambio recibe un halago o un premio (caramelos) por hacer el recado a la primera sin tener que repetírselo, la niña estará dispuesta a hacer los recados en cuanto su madre se lo pida. Actuando así conseguimos que nuestros hijos aprendan a realizar una serie de conductas que van a contribuir a su desarrollo personal.

BERTA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA

viernes, 19 de febrero de 2016

LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

El nacimiento de un hijo suele generar en los padres una preocupación importante sobre su educación, ¿cómo conseguir un ambiente familiar adecuado y satisfactorio para todos los miembros de la familia?

Muchas de las conductas que observamos en los niños, así como en el resto de las personas, son fruto de un aprendizaje que comienza en los primeros momentos de vida. El conocimiento de los principios psicológicos que rigen este aprendizaje nos va a permitir llevar a cabo una educación mucho más rica. Estos principios nos facilitan las herramientas básicas para conseguir un adecuado desarrollo personal de nuestros hijos, así como un clima familiar positivo y enriquecedor.

El objetivo fundamental de una intervención psicológica de este tipo es dotar a los padres de estrategias para afrontar las dificultades más comunes a la hora de educar a sus hijos con el doble fin de tratar los problemas actuales y prevenir la aparición de otros que pudieran terminar afectando a la relación entre padres e hijos.

Partimos de la importante influencia de los padres en el aprendizaje de sus hijos. Principalmente en los primeros años de vida, los padres se convierten en el único referente que tiene el niño del mundo. Por tanto, va a aprender todo aquello que vea reflejado en sus progenitores como únicos y principales modelos en su vida.

Inicialmente, es importante saber qué conductas estamos fomentando y cuáles no, y si las conductas que reforzamos son las adecuadas. Debemos tener en cuenta que cualquier reacción por parte de los padres, bien sea un elogio o bien una reprimenda, durante o inmediatamente después de cualquier conducta del hijo, aumenta la probabilidad de que dicha conducta se repita. Si sólo prestamos atención a sus acciones cuando llora, pega, moja la cama o da la lata, estaremos reforzando esas conductas, pues con ellas el niño estará consiguiendo que le prestemos esa atención que reclama. Si por el contrario, cuando el niño realiza conductas adecuadas y mantiene un comportamiento correcto no le prestamos atención considerando que es "lo que debe hacer", no reforzaremos esas conductas, con lo que estaremos contribuyendo a que el niño deje de hacerlas. De esta manera, las conductas no reforzadas, no llegarán a aprenderse.

Al igual que nos vamos a centrar en dar a conocer estrategias para el manejo de situaciones problemáticas, pretendemos también dar una serie de pautas dirigidas a fomentar en los niños valores como la autoestima o autonomía persiguiendo como objetivo un mejor desarrollo tanto en el ámbito personal como social.
 
 
Cuando un niño nace, no sabe comer, hablar, andar, jugar, leer… Todas estas habilidades y comportamientos, junto con otros muchos, los va a ir aprendiendo a lo largo de su vida en función de su desarrollo.

Sabemos que las conductas forman nuestro comportamiento y que existen varios tipos de conductas. Así, cuando el niño habla realiza una conducta verbal; cuando llora o ríe está llevando a cabo una conducta emocional; cuando piensa, fantasea o imagina, realiza una conducta cognitiva; y, cuando gatea, camina o corre, está realizando conductas motoras. Todas estas conductas pueden estar determinadas por dos tipos de factores:
 
§  Factores innatos. Entre ellos nos encontramos con los factores genéticos determinados por la herencia, las conductas reflejas y los impulsos, necesidades y conductas heredadas.

§  Factores adquiridos o aprendidos.

Salvo algunas características básicas como el sexo, el color de los ojos, la constitución corporal o la inteligencia, la mayoría de ellas se ven influenciadas por el ambiente o el entorno que nos rodea. De hecho, aunque un niño posee ciertas predisposiciones naturales, éstas no pueden desarrollarse por sí mismas. Por ejemplo, si un niño tiene un nivel de inteligencia suficiente, pero no es escolarizado, probablemente será analfabeto.

A lo largo de próximos artículos, nos centraremos en los factores aprendidos. La principal característica de estos factores es que son susceptibles de modificación. Casi todos nuestros pensamientos, sentimientos y formas de comportarnos los vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida. Y al igual que cambia nuestro entorno, cambiamos nosotros con él. Por tanto, todo aquello que cambia nos permite aprender y todo aquello que aprendemos nos permite cambiar.


BERTA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA

viernes, 12 de febrero de 2016

SIGNOS NEUROLÓGICOS EN LA INFANCIA

IMPORTANCIA DE LOS SIGNOS NEUROLÓGICOS MENORES EN LA EVALUACIÓN NEUROPSICOLÓGICA INFANTIL

Los signos neuropsicológicos menores (SNM) o signos blandos, guardan una estrecha relación con la disfunción cerebral mínima infantil (DCM), pues de manera habitual son su expresión neuroconductual.
 
Aunque inicialmente se consideraron únicamente los signos neurológicos de naturaleza motora, posteriormente se han ido incorporando otras alteraciones neurológicas relacionadas con funciones sensoriales cognitivas.
 
Actualmente, se asume que los signos neurológicos menores son la expresión de alteraciones neurofuncionales del sistema nervioso. Tienen mayor expresividad en la infancia, mientras que en la edad adulta no se manifiestan de un modo tan explícito en la exploración neuropsicológica. El número y la intensidad de los signos neurológicos menores suele disminuir con el paso del tiempo, y suelen estar relacionados con la capacidad cognitiva del niño, aunque muchas veces los signos neurológicos menores se presentan en niños sin dificultades en cuanto a capacidades cognitivas.

Encontramos dos tipos de clasificaciones de los SNM:

La clasificación etiológica (según la causa o naturaleza evolutiva)

1.       Signos característicos de inmadurez neurobiológica
 
Determinados signos neurológicos infantiles son de tipo evolutivo y reflejan un estado de inmadurez neurológica más que una disfunción cerebral real. Es habitual que dichos signos, indicativos de un retraso neuroevolutivo, tiendan a desaparecer con el paso del tiempo, por lo que no resulta fácil determinar si realmente implican una alteración neurológica. Estos signos son los siguientes:

-         Dificultades en el reconocimiento de derecha-izquierda
-         Retraso en el inicio de acontecimientos madurativos como mantenerse en pie, empezar a caminar o inicio del habla
-         Trastornos de la articulación de lenguaje
-         Deficiente capacidad para realizar movimientos en espejo
-         Retraso en la definición de la lateralidad
-         Alteraciones ligeras de la coordinación motriz
-         Deficiencias de la estructuración espacial
-         Signos motores alterados: sincinesia (movimientos involuntarios e inconscientes que se caracteriza por la contracción no voluntaria de un grupo muscular al realizar otros movimientos voluntarios), disdiadococinesia (dificultad o la imposibilidad para ejecutar movimientos alternantes rápidos, es característico de las lesiones en el cerebelo).
 
2.       Signos neurológicos inequívocos de un daño cerebral
 
Algunos reflejos patológicos son signos patognómicos inequívocamente asociados a disfunción del sistema nervioso. Estos signos se caracterizan porque no desaparecen con el paso del tiempo:
 
-          Nistagmo
-          Estrabismo
-          Asimetría craneal
-          Hemiparesia residual
-          Tono muscular asimétrico
-          Ptosis palpebral
-          Asimetría sensorial
-          Alteraciones ligeras en el EEG
-          Babinski positivo
-          Disartria
-          Modificaciones en la respuesta pupilar
-          Reflejos asimétricos o anómalos
 
 
 

La clasificación semiológica (según su expresión y significado)
 
1.       Signos psicomotores

Los signos psicomotores se manifiestan por la presencia de alteraciones en la ejecución de actividades motoras voluntarias o en el ajuste de los automatismos motores. Están causados por alteraciones en áreas del sistema nervioso que regulan los movimientos (lóbulo frontal, cerebelo, ganglios basales, nervios craneales, etc.). Incluyen manifestaciones diversas como hiperactividad, alteraciones del tono muscular, reflejos anormales o trastornos de coordinación y el equilibrio.

2.       Signos sensoperceptivos

Son manifestaciones de disfuncionalidad que afectan especialmente a las zonas de asociación posteriores del córtex cerebral y se expresan por la dificultad para codificar los estímulos sensoriales. Aquí se incluyen diversas agnosias y trastornos perceptivos que afectan especialmente a los sistemas visual, auditivo y táctil. También pueden estar implicadas otras estructuras como el cuerpo calloso, encargado de sincronizar las respuestas sensoperceptivas de ambos hemisferios.

3.       Otros signos de expresión polimórfica

Numerosas manifestaciones de disfuncionalidad no pueden ser consideradas propiamente como psicomotoras ni sensoperceptivas, sino que constituyen una miscelánea de manifestaciones: trastornos del lenguaje, dificultades de aprendizaje, alteraciones en los procesos cognitivos o presencia de signos positivos en pruebas neurofisiológicas o de neuroimagen.
 
MARÍA GUERRERO
PSICÓLOGA SANITARIA Y NEUROPSICOLOGÍA
 

miércoles, 3 de febrero de 2016

UNIDAD DE DESARROLLO INFANTIL

En la UNAR damos respuesta a los problemas de niños y niñas, cuyas familias y colegios no saben cómo resolver.
 
En todos los colegios existen alumnos y alumnas con dificultades académicas, a las que no se les da la explicación acertada y por tanto, tampoco la solución adecuada, es entonces cuando aparece el denominado “fracaso escolar”. Es importante recordar que cada situación es distinta y sus causas muy diversas.
 
Hay que saber analizar cada caso, ya que pueden aparecer problemas como resultado de un proceso neuromadurativo diferente, como manifestación de disfunción cerebral, o debido a un estado de ansiedad elevado y mantenido en el tiempo, etc. Por ello, es indispensable detectar y relacionar adecuadamente todas las variables para realizar un diagnóstico diferencial.
Además, la aparición de una alteración de conducta, como consecuencia de otro trastorno subyacente, es muy frecuente. En la mayoría de los casos, hay síntomas o señales que nos indican la probable aparición de un trastorno de conducta. La anticipación y prevención siempre es fundamental. Pero a menudo se actúa de forma inadecuada, el comportamiento empeora y esto impide detectar el trastorno primario, así como solventar los problemas de conducta, provocando situaciones complicadas tanto para los colegios como para las familias.
El abordaje de este tipo de problemas requiere una atención especializada y sanitaria, y no únicamente educativa.
En la UNAR tenemos un Servicio de orientación, apoyo e intervención cuyo objetivo es poder ayudar a otros profesionales, a familiares, y especialmente a niños y niñas con dificultades. Un Servicio especializado con profesionales de diferentes disciplinas dentro del ámbito Sanitario, que ofrece una respuesta de calidad, al alcance de todos, dentro de sus instalaciones así como en cualquier centro donde existan necesidades.
 
María Guerrero
  Psicóloga Sanitaria

viernes, 15 de enero de 2016

¿PROBLEMAS? DE LATERALIDAD

Hoy en día se habla mucho de la lateralidad cruzada y las repercusiones en las dificultades escolares de los niños, pero ¿qué es eso de la lateralidad?

En primer lugar es importante distinguir lateralidad de lateralización. La lateralidad es la preferencia por utilizar una parte de nuestro cuerpo, por ejemplo los diestros utilizarán preferentemente el lado derecho mientras que los zurdos utilizarán el lado izquierdo.
La lateralización es la supremacía de un hemisferio cerebral sobre el otro, lo que determinará qué lado de nuestro cuerpo se utiliza preferentemente.
Nuestro cerebro se divide en dos hemisferios (hemisferio derecho y hemisferio izquierdo) cada hemisferio cerebral rige a nivel motor el hemisferio corporal contralateral y, asimismo cada uno de ellos se especializa en una serie de funciones. Por ejempo el hemisferio izquierdo es el encargado del lenguaje y una lesión en según que zona puede afectar a distintas áreas del lenguaje y  repercutir en una afección motora en el lado derecho del cuerpo.
La lateralidad se puede valorar en base a 4 tipos de dominancia.
MANUAL, la mano dominante es la que se utiliza para tareas como escribir, comer o lavarse los dientes.
PODAL, el pie dominante es el que se utiliza para tareas como chutar una pelota.
OJO DOMINANTE, es el que utilizamos para mirar por un catalejo.
OIDO DOMINANTE, el que utilizamos habitualmente a la hora de responder una llamada de teléfono.
 
Y su desarrollo consta de tres fases:
Fase de identificación. De 0 a 2 años. El niño descubre que tiene dos manos, dos pies… y comienza a manipular los elementos del entorno.
Fase alternativa. De 0 a 4 años. El niño explora, utilizan sus manos de forma indistinta para la realización de diferentes actividades.
Fase de automatización. De 4 a 7 años. En esta fase ya se observa el uso de un lado de forma preferente sobre el otro en la realización de las actividades diarias.
La lateralidad se puede clasificar de la siguiente manera:
Lateralidad homogénea, es la más habitual. En ella mano, ojo, pie y oído comparten dominancia en el mismo lado.
Lateralidad cruzada, se llama así cuando no existe homogeneidad en la dominancia, por ejemplo la mano puede tener una dominancia diestra pero el resto puede tener dominancia zurda.
Ambidiestro, no existe preferencia en el uso de una parte del cuerpo sobre el otro.
Lateralidad mixta, cuando determinadas acciones se realizan con una parte del cuerpo y otras con la otra parte.
El hecho de que exista en un niño una lateralidad cruzada puede ser síntoma de ciertas dificultades del aprendizaje, pero no necesariamente tiene que dar problemas.
Lo importante es no forzar la lateralidad, dejar que el niño defina su lateralidad sin obligarle a utilizar una mano preferentemente, ello permitirá tener una mejor organización cerebral que le permitirá afrontar los aprendizajes y dificultades que puedan surgir, si es que surgen.
INES OLIVARES
LOGOPEDA